Cuando
la mujer se toma el trabajo de ejercitar esos músculos, ¿no
es justo que se beneficie de ellos lo mismo que su, o sus compañeros?
Con más razón si se tiene en cuenta que tal musculatura,
elástica y fuerte, presenta ventajas en muchos otros planos: una
musculatura elástica y relajada facilita el parto.
Este control vaginal
permite también el «lenguaje secreto» que se establece
durante el maithuna y, además, Shakti puede ayudar a Shiva a controlarse.
Toda mujer puede
-y debiera- fortalecer y controlar su musculatrua vaginal, cualquiera que
sea su edad. Seguramente una mujer joven iniciada desde la pubertad, como
se hace en ciertas regiones de la India en la que las madres lo enseñan
a sus hijas, tandrá una ventaja respecto de una mujer europea que
comienza en la edad adulta, pero el control que ésta adquirirá
le será beneficioso en todo los aspectos.
Richard Burton escribió,
como buen conocedor: «Este control vaginal es la respuesta femenina
más buscada. Ella debe cerrar el yoni hasta que éste apriete
el lingam como una mano, abriéndolo y cerrandolo a su gusto, como
la mano de una gopi que ordeña la vaca. [...] Su marido la apreciará
más que a cualquier otra mujer y no querrá cambiarla por
la más bella reina de los Tres Mundos».
Sahajoli formaba
parte también de la educación secreta de las devadasis -las
bailarinas secretas de los templos hindúes- y de las hetairas griegas.
Estas últimas debían pasar una prueba, una especie de «examen
de ingreso», que consistía en seccionar con los músculos
del yoni un falo de pasta de modelar...
Las occidentales
modernas que no se han beneficiado con esta educación precoz no
las igualarán, sin duda, pero cualquier mujer, a cualquier edad,
con un poco de perseverancia obtendrá un resultado muy satisfactorio.
Después de todo la vagina es un músculo que se puede fortalecer
y controlar, como todos los demás.
¿Cómo
proceder? Este método, en resumen muy sencillo, se basa en «mula
bandha», que consiste en contraer los esfínteres anales -son
dos- y el elevador del ano. Sin embargo, la práctica tántrica
exige el mula bandha más elaborado que describo a continuación.
Sentada o acostada,
tome conciencia de la región anal, respirando con calma. Después
de aproximadamente un minuto, cuanto esté bien interiorizada, contraiga
débilmente primero el esfínter anal, el externo. Luego, apretando
un poco más, la contracción alcanzará el segundo anillo
muscular; por último, contraiga el elevador del ano, atrayendo así
los dos esfínteres anales hacia el interior y hacia arriba. Procediendo
lenta y gradualmente, se distinguen bien estos tres niveles, incluso desde
la primera prueba. Luego, apriete tan fuerte como pueda, hasta hacer vibrar
toda la zona anal. Es posible que sienta un estremecimiento que le recorre
la columna vertebral. Mantenga esta contracción al máximo
sin respirar durante al menos seis segundos. Luego, relaje el bandha, siempre
interiorizada en estos músculos. Se produce entonces la distensión
de toda la zona y la percepción de la sensación de calor
resultante. También se puede, facultativamente, seguir respirando
durante el bandha. Repita el proceso a voluntad, cinco veces seguidas como
mínimo.
Gracias a este mula
bandha enérgico, sentirá que las reacciones desbordan el
ano, ganan el perineo, la vulva, el clítoris, la vagina e incluso
el útero. Es normal, puesto que los esfínteres de la entrada
de la vagina y los del ano forman algo parecido a los dos anillas de un
«8»; contraer uno es actuar sobre el otro. Haga la prueba:
contraiga uno de los dos anillos del 8 y esté atenta a las sensaciones
percibidas en su unión (el perineo), así como en el ano y
en la entrada de la vagina.
Como en todos los
esfínteres y órganos huecos, la función de los músculos
de la vagina consiste en la constricción. Durante el orgasmo, la
constricción ondulante y rítmica que recorre el yoni produce
allí sensasiones voluptuosas que se propagan al lingam.
Cuando lo sienta
usted bien y pueda contraerlos a voluntad, deberá dirigir la atención
más en profundidad hasta la vagina, donde se desarrolarán
sensaciones nuevas. Gracias a mula bandha, estas contracciones, débiles
al comienzo, pronto ganarán en potencia, sobre todo si realiza el
ejercicio siguiente.
El Tantra quiere
fortalecer los músculos vaginales por medio del ejercicio siguiente,
que se hace normalmente en frio, es decir, fuera del contacto sexual y
sin excitación erotica. Para permitir una constricción eficaz
se reemplaza el lingam por un objeto cilíndrico apropiado: cuanto
más se parezca al lingam, mejor prodrá apretarlo el yoni.
En rigor, el ejercicio puede hacerse con... ¡un verdadero lingam,
en la Vía del Valle, por ejemplo!
En cuanto al objeto,
puede ser de un diámetro inferior al de un verdadero lingam; eventualmente,
la cánula de un irrigador vaginal, previsto para entrar en la vagina
sin irritarla ni herirla, puede servir. Pero es demasiado delgado y distendería
poco la vagina. Muchas mujeres utilizan un vibrador de los que se venden
en las sex shops. Si el yoni esta demasiado seco, humedezca el sucedaneo
de lingam con un gel ginecologico de venta en farmacias pero jamás
con una grasa. Con el cilindro insertado en la vagina es fácil sentir
los músculos y concentrarse en ellos.
Evidentemente el
ejercicio debe hacerse acostada de espaldas. Con el objeto colocado en
la vagina, contraiga al máximo los dos esfínteres anales
para apretar fuertemente el lingam. Mantenga esta contracción, que
implicará cada vez más músculos de la región
del ano y genital durante seis u ocho segundos, sin repirar y con los pulmones
vacíos; luego reinspire y relaje esos músculos. Después
de tres o cuatro respiraciones normales, haga otra vez mula bandha, reteniendo
la respiración, pero esta vez con los pulmones llenos. El conjunto
forma un ciclo que se repite a voluntad.
Variante: inspire,
luego haga mula bandha durante tres segundos, espire relajando los músculos
durante tres segundos, reinspire, vuelva a hacer mula bandha durante tres
segundos, y así sucesivamente. La duración total es aproximadamente
de tres minutos, salvo que se fatigue antes. Lo importante es la regularidad:
una pequeña dosis cotidiana vale más que largas sesiones
esporádicas. Pronto, con los músculos así fortalecidos,
en ocasión de un contacto concreto podrá inaugurar su facultad
nueva, haciendo, si así lo desea, que sea una sorpresa para su compañero.
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